Docenas habéis circulado entre mis sábanas, mi cama, mis piernas. Algunos os habéis convertido en recuerdos borrosos de una noche de verano, otros os habéis llevado un pedacito de mi alma y un fetichista incluso se llevó mis bragas. Usadas.
Me habéis enamorado, calentado, seducido, atado, amordazado, cansado e incluso hastiado. Me habéis hecho vuestra, os he hecho míos. Las que más, hemos sido cuerpo sudado, tembloroso y encendido. Las que menos, hemos sido alma tocándose una a otra en la cercanía de los besos sostenidos. Tan intensas son las noches que nos acogieron que, en la penumbra de las cambras, lo siento, he confundido vuestros nombres. A veces os he follado por despecho, mío, no vuestro. El despecho que sobreviene de un corazón roto.
He utilizado el calor de vuestros cuerpos para llenar mi vacío, os he follado por puro hedonismo, os he cabalgado como amazona, como Venus, como Afrodita. He sido Lilith encima vuestro. Me habéis puesto a cuatro, de misionero, en posturas ingrávidas de contorsionista, encima de la mesa, en la encimera de la cocina, en el rellano de un suelo de baldosas duras y frías. De pie.
Tu miembro me ha dado arcadas, por tamaño, y en cambio el tuyo, por asco y hastío, pero con el tuyo... Con el tuyo he relamido, golosa e insaciable, la leche que brotaba, como néctar de ambrosía.
He sido mujer casada que ha follado por complacer y he sido mujer soltera que ha follado por aburrimiento.
Me he masturbado pensando en tí y te he dicho que pensaba en tí, cuando no era cierto. He reciclado gemidos por WhatsApp en una orgía de sexting, con tres de vosotros a la vez, haciéndoos creer que erais el único. Y me he corrido con los tres al mismo tiempo, en la soledad de mi propio harén.
Docenas habéis circulado entre mis sábanas, mi cama, mis piernas y me habéis abrasado la piel con vuestros dedos y lenguas. Charcos de squirt en el salón de casa llevan vuestras firmas. Me he saciado con vosotros, con vuestros cuerpos, vuestros fluidos, vuestros gemidos guturales susurrados a medianoche; pero si os soy sincera, con los dedos de una mano puedo contar los pocos elegidos que me hicisteis llegar más allá de las fronteras de mi lujuria, traspasando el umbral de mi propio placer. Los que conseguisteis que tocara el cielo, ardiendo en un infierno eterno; para aquellos elegidos que llevasteis mi cuerpo al clímax: gracias. Y tú, cariño mío, que has probado las texturas de mi piel, con quien he compartido salivas y flujos, te preguntas: ¿seré yo uno de sus elegidos?
Selkie