Bésame, Cowboy, porqué besar es el preludio de todo. Bésame y brindemos por esta imperiosa sed que se precipita entre nuestros labios y nuestras lenguas. Acércate y bañemos nuestras bocas con saliva de pasión. Bésame y dejemos desbordar la ola del deseo por nuestras comisuras cansadas de tanto polvo del desierto. Bésame; porqué tus labios son mi dulce tentación; bésame, porqué el predicador no sabe que tu boca es mi pecado inconfesado.
Cowboy, acuérdate de esa primera noche; en como la nube suspendida de tabaco se mezclaba con el polvo de la calle y del centenar de marcas de espuelas que salpicaban la madera de pino del suelo. En cómo nuestras miradas se cruzaron y entonces supiste que no era una dama de compañía. En como me expuse mostrándote mi naturaleza de ratera, mientras jugaba a cartas a tu lado el temido sheriff, Wild Bill. Te beso, porqué esa noche decidiste no delatarme y pude seguir frecuentando el Salón. Recuerdo en cómo olvidamos el olor a vino rancio y a vicio por doquier cuando me saludaste moviendo ligeramente el sombrero. Bésame como solo tú lo sabes hacer y contigo me llevaré al bolsillo mejores joyas que las que pudiera robar en la próspera Dodge City. Bésame, porqué esa primera noche te mostré sutilmente mi tobillo para que ardieras de emoción. Bésame porqué, desde entonces, la música de piano y banjo suenan mientras recordamos qué sentimos esa primera vez. Continúa besándome y amaré cada vez que me mires de reojo sonriendo baja el ala de tu sombrero. Bésame con sabor a whisky y a tabaco que yo prometo dejar en tu barba el rastro inconfundible de mi perfume.
Bésame y nos seguiremos viendo como cada lunes en las cuadras abandonadas bajo el olmo descubierto. Y seguiré esperándote con las mismas ganas con las que todos esperamos ver llegar la caballería de la Pony Express. Bésame y mi temperatura subirá al oír el sonido metálico de la bocacha de tu Winchester en la puerta de la entrada. Continúa besándome y nadie podrá quitarnos nuestro rincón secreto en Down Creek. Tócame con tus manos erosionadas por el roce de las riendas. Mírame a los ojos, a los labios y a mi escote peligroso y acalorado. Átame a ti mientras me subes las faldas y palpas nervioso mi liguero; baja muy despacio mis bragas y ama mi rubor al hacerlo. Inmovilízame con tus piernas; quiero acariciar de nuevo tu torso desnudo cuando desabrochas mi corsé y te agarras a mis pechos. Quiero que me pongas tu sombrero mientras besas mi cuello y agarras mis caderas con picardía. Bésame, antes de perderte en mi entrepierna y entenderás porqué está tan dispuesta y mojada. Apriétame contra ti como lo haces con tu cabalgadura y córtame la respiración susurrándome al oído. Bésame ahí, y me oirás gemir y mirarte como si fueras el único forastero que transita bajo las sombras de las Montañas Rocosas. Sigue besándome como lo haces cada vez y conversaremos desnudos frente al crepitar del fuego. Cien veces más quiero ver la silueta de tu cuerpo sobre mí. Házmelo rico y cabálgame toda la noche hasta el amanecer. Bésame hasta que te duela continuar haciéndolo.
Y, bésame, ante todo, porqué nuestros labios así lo desean. Bésame, porqué me he enamorado de tu boca. Bésame, Cowboy, al despedirte de mí hasta la próxima vez.
Bésame.
Starlight